Las representaciones sociales y los prejuicios
Introducción:
La concepción simbólica de la cultura nos dice que la sociedad genera códigos que permiten comunicarse a los seres humanos, dichos códigos son simbólicos y expresan el valor que cada sociedad le otorga a un objeto, figura, grupo o individuo.
Esas representaciones son transmitidas de generación en generación como parte del patrimonio cultural de cada grupo; en ese patrimonio desafortunadamente hay un buen número de prejuicios que son guía y orientación del comportamiento de los miembros de ese grupo.
Desarrollo:
La cultura como lo menciona Giménez ( 2005 ) tiene cuatro funciones; actúa como justificadora, como orientadora, como proveedora de un esquema de percepciones a través del cual los grupos humanos comprenden y explican la realidad y como entidad definitoria de la identidad de individuos y de grupos.
Y ello es así, porque la cultura es significado y significante, esto es, establece modelos de conducta y guía y orienta el comportamiento de los grupos y los individuos que lo integran.
Culturalmente hablando, las acciones de los sujetos son válidas y valiosas si la representación social creada por su grupo así lo ha determinado, en tanto que esas mismas conductas pueden significar errores o incluso delitos en un grupo diferente cuya representación social de la conducta en cuestión sea negativa.
Por ejemplo; entre los esquimales un signo de hospitalidad, es ofrecer al visitante la oportunidad de tener relaciones sexuales con la esposa del dueño del iglú, e incluso, el esquimal cuya oferta es rechazada se siente ofendido.
Sobra decir que esta conducta en cualquier otra cultura es no sólo mal vista, sino sancionada como un delito, dado que el marido está abusando de su autoridad para imponerle a su mujer una relación.
En este contexto, es que algunos prejuicios forman parte del patrimonio cultural de las sociedades.
Es probable, que los juicios carentes de fundamento, de información previa y comprobada hayan sido formulados en un momento en que el grupo necesitaba defenderse y defender a sus integrantes de las amenazas del entorno y en una situación considerada como peligrosa no había lugar a explicaciones.
Los mayores podían decir a los miembros más jóvenes del grupo cosas tales como; aléjate de los desconocidos porque son peligrosos o bien, una mujer menstruando no debe ir al campo porque se pierde la cosecha.
En ambos casos no había fundamento alguno para estas afirmaciones pero al no tener información suficiente para discriminar entre los desconocidos cuál podía representar un peligro y cuál no se optó por juzgarlos a todos por igual.
En el caso de la satanización a la pérdida mensual de sangre en las mujeres, probablemente el origen estaba en la relación que la mayoría de las culturas primitivas establecieron entre la sangre y el sacrificio.
Estos prejuicios se transmitieron a través de las generaciones como significados y significantes culturales y se constituyeron así en norma y guía de conducta que justificaba la toma de decisiones tales como; asesinar a los extraños que no hubiesen solicitado autorización para entrar al grupo o discriminar a las mujeres de toda actividad productiva.
A lo largo de la historia de la humanidad hemos podido comprobar el daño que causan los prejuicios; ya sean raciales, religiosos, cognitivos o étnicos.
En nombre de esos juicios no valorados pero si muy respetados se han perpretado guerras y genocidios, se ha detenido el avance científico en múltiples áreas y se han justificado comportamientos delictuosos.
También se ha privilegiado a un grupo sobre otro o a un individuo sobre otro sin más “razones” que el color de su piel o la religión que practica.
Conclusión:
Es importante reconocer la función de las representaciones sociales como agentes de comunicación y formadoras de identidad; así pues, ¿cómo podemos aumentar las ventajas de las representaciones sociales como guías y orientadoras del comportamiento y disminuir sus desventajas como justificadoras de actitudes de rechazo o aceptación infundadas?
Propongo hacer uso del pensamiento crítico, promover en los grupos sociales la práctica permanente del análisis y la interpretación que permitan desmantelar los prejuicios y dotar a la sociedad de un patrimonio cultural más basado en el conocimiento que en la herencia cultural.
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