Ensayo final Edmundo Arias

UACM


ESTUDIOS SOCIALES E HISTÓRICOS 2


PROFRA. JOSEFINA DUARTE


GRUPO: 334


ALUMNO: EDMUNDO ARIAS GUZMAN


MATRÍCULA:21-003-0735


TRABAJO PARA CERTIFICAR: EL SIGLO XIX UN SIGLO EN FORMACIÓN


FECHA: 29 DE NOVIEMBRE 2022


INTRODUCCIÓN


Cuando se nos habla del siglo XIX mexicano a nuestra mente acuden de inmediato

las ideas de gesta de Independencia, Intervención Norteamericana y Segundo

Imperio, con sus respectivos personajes, que, de acuerdo a la historia oficial se nos

han pintado como héroes sin tachas, cual si su misión histórica hubiera sido

solamente por la que lucharon, sin adentrarse hondamente a lo que fueron sus

vidas, pero sobre todo a lo que fue su ideario; pero hablar de héroes, es también

hablar de “villanos”, así con cada una de sus letras, así es como se nos han pintado

a esos otros personajes, sin ahondar tampoco en quienes de verdad fueron, y es

aquí cuando la manera de hacer historia analitica y critica cumple su cometido

desmitificando a la oficialista; el curso que estamos por concluir nos ha quitado

vendas de los ojos, pero sobre todo del pensamiento con respecto a lo que fue el

siglo XIX en nuestro país, ha venido a desmitificar lo que hasta en la educacion

secundaria se nos enseñaba de esta etapa de la historia, y que en el bachillerato

notabamos como un asomo timido de verdades que tenian que ser escuchadas, y

que es en esta etapa de la educacion superior, en esta casa de estudios, en donde

se nos ha venido a quitar el velo no solo en lo tocante a la historia nacional, sino a la

del pensamiento universal tambien, ya que el curso de cultura cientifica y

humanistica 2 concluye al igual que nuestro curso con las corrientes del

pensamiento cientifico y filosofico de este siglo, y sin duda alguna, podemos argüir

que sin el arrastre que La Ilustracion tuvo en la evolucion del pensamiento europeo

a fines del siglo XVIII e inicios del XIX, las gestas independentistas americanas

hubiesen tardado mas en darse, ”[...]somos irremediablemente herederos de los

constructores de la ciencia del hombre. Aunque solo fuera por eso, la Ilustración

sigue siendo importante para nosotros”1


, pudiera por lo anterior ser muy ambicioso y

grandilocuente decir que México ha llegado a ser lo que es a partir de las corrientes

del pensamiento dadas en esa época, y así es como arrancamos este trabajo de

reflexión entorno a la formación de lo que es nuestra patria y de como se forjo

durante el siglo XIX la identidad nacional.


1 Anthony Pagden, La Ilustración, traducido por Pepa Linares (Madrid: Alianza Editorial, 2015), 447


El primer cuarto del siglo XIX mexicano, oscilaría entre la efervescencia provocada

por los levantamientos insurreccionales y el intento de consolidación de lo que sería

hoy nuestra nación, sin duda alguna la”estabilidad” precedente de la etapa virreinal,

marcaría profundamente el devenir del nuevo país al encarar sus compromisos sin

el respaldo de una metrópoli.

Para darnos un panorama general de lo que fue México en el siglo XIX, acudiremos

al trabajo académico de Jaime Rodriguez “La crisis de México en el siglo XIX”, en

donde menciona:

México colonial era un vasto territorio caracterizado por un gobierno estable

e idóneo, una economía rica y bien distribuida y una sociedad multirracial

que disfrutaba de considerable movilidad social. Empero a mediados del siglo


XIX, la República Mexicana no solo había perdido más de la mitad de su terri-

torio, sino que sufría también de extrema inestabilidad política, de severa de-

presión económica y de conflictos tanto raciales como sociales2


.


Líneas directas y enfáticas, las del autor, con respecto a nuestro tema, que

brevemente nos revelan la situación general de nuestro país, durante el siglo en que

consiguió su independencia, y que sin duda alguna sería recurrente, ante la

inestabilidad política reinante y el choque de facciones partidistas, liberales y

conservadores, federalistas y centralistas.

Un país, al independizarse, al gestarse así mismo, no puede por arte de magia

alcanzar estabilidad, ni por más que en sus tiempos de “colonia” o “virreinato”

hubiera estado auspiciado, subvencionado y respaldad por uno de los imperios más

importantes del orbe, y más aún cuando este “gobierno” brindaba confianza a sus

pobladores sin excepción, a unos más que otros obviamente, porque pareciera que

eran más los beneficios durante el “sojuzgamiento” que durante la etapa de

soberanía independiente.

Ha sido más la parte edulcorada de la historia del México independiente que se nos

ha enseñado, que hemos llegado a mal juzgar la “parte condenada y estigmatizada”

que resulta ser la historia del México “virreinal o colonial”, y más aún la previa a la

independencia de nuestro país, que pese a mostrar un alto desgaste producido por

tres siglos de “colonización”, lógicos debido a las altas y bajas en diversos factores

(demografía, sociedad, economía, política, etc. etc) es de resaltar que la


2 Rodriguez, Jaime. La crisis de México en el siglo XIX, 2005, 2


“maquinaria” de la “Nueva España” aun daba para más, pese a las ideas

revolucionarias surgidas en Europa, la reciente independencia de los Estados

Unidos, ya que el sector económico tenía mucho empuje al ser independiente de la

metrópoli, y operar con autosuficiencia y con buena distribución geográfica;

sabemos que economía que no repercute en lo social es vana.

Resulta envolvente y hasta con visos románticos” la etapa del primer cuarto de edad

del siglo XIX en lo que a historia del país se refiere, sin duda alguna el referente de

la gesta independentista opaca los logros “virreinales” precedentes y la influencia de

la ilustración europea en territorio americano, pareciera, de acuerdo a la historia

oficial que se nos ha inculcado, no la tuviera, como si el ideario independentistas

hubiese surgido de buenas a primeras, de la noche a la mañana o por generación

espontánea, pero se trata de todo un proceso revolucionario que caló primero en las

esferas gubernamentales virreinales, y luego a los siguientes sectores con algún

tipo de interés o de alguna clase destacada del conglomerado “pudiente” de la

“colonia”:

Las instituciones de la Nueva España satisfacían las necesidades en forma ade

cuada. En efecto, una de las características más notables del gobierno colonial

era su legitimidad, derivada de la confianza que generaba en todas las clases y


razas. Los mexicanos de la época colonial se valían generalmente de los proce-

dimientos legales y administrativos para obtener beneficios del gobierno. Aun los


indios confiaban lo suficiente en el sistema legal como para usar la justicia en


las Cortes, donde frecuentemente ganaban sus casos ya que los tribunales gene-

ralmente reconocían la validez de las costumbres y las leyes nativas. De esta ma-

nera, había un acuerdo general en Nueva España que havia que el gobierno real,


a nivel local como el imperial, sirviera al interés público. Este consenso no signifi-

caba que todas las disputas eran resueltas en forma pacífica, ya que la violencia


irrumpía ocasionalmente: pero tales erupciones eran poco frecuentes y buscaban


solo remediar ciertas injusticias específicas que en ningún caso pretendían desa-

fiar el orden político, social y económico de la colonia. Este éxito se debía en gran


medida, al hecho de que el gobierno de Nueva España era aconsejado por su


elite local, lo que hacía que los mexicanos de la colonia solucionaran generalmen-

te los problemas de su país en forma moderada, racional y práctica.3


3

Ibidem.


No obstante “los buenos precedentes” se dio la Independencia, con toda la

parafernalia que esta implicaría, los libertadores e ideólogos cayeron en la etapa

primigenia y media de la esta, y a los que les tocó “llevar a buen puerto” todo el

proceso al verse frente a la realidad descubrieron que la empresa era compleja pero

digna, pero una idiosincrasia heredada a través de 3 siglos, una herencia de más

vicios que de virtudes de lo que “los conquistadores” legaron a los nuevos

ciudadanos era muy difícil de sacudirse, estigmas conservadores fueron los que

más pesaron en el ensamblaje de la estructura del nuevo país.

Es interesante reflexionar en este punto inicial, lo que el cometido de la formación

de un país implicaba, 25 años de arrancado el siglo XIX, 3 o 4 de vida independiente

serían solo el punto de inicio de una aventura, de un arriesgue que implicaría el

nacimiento de una nación, los más optimistas podrían decir que con “el tiempo y un

trapito” todo tendría solución, para los  ́pragmáticos y para los comunes que nos

hemos adentrado a esta parte de historia nacional recientemente concluyamos que

lo más difícil estaba por venir, 2 constituciones en menos de 15 años, disputas entre

grupos politicos, y aun el gran peso de uno de los grupos mas importantes de la

etapa virreinal, la Iglesia, que mas para mal que para bien seguia haciendo

ostentacion de un poder no del todo mermado, el cual le seguia brindando

componendas y canonjias, y es cuando nos detenemos nuevamente a reflexionar en

el mal que le hacian, y le hicieron al pais una institucion arcaica, herencia no solo de

la fe sino en todo aspecto permeando en lo social, politico, y hasta en lo liberal;

responsabilizar a la iglesia del todo de la perdida de la mitad de la mitad del territorio

nacional entte 1836 y 1847 resulta insensato, y tambien resulta necio sostener que

el grupo todo el grupo liberal respaldara a esta institucion, poco a poco nuevos

aires, el remanente de ideas “ilustradas”, que incluso habian permeado en la

metrópoli en la Constucion de Cadiz en 1812, tocarian poco a poco la conciencia

liberal mexicana para dar paso a facultades politicas y reformas sociales que

trastocarian poco a poo las leyes , inncompatibles con fueros y viejos intereses.

Paradójicamente un hombre nacido a inicios del siglo XIX, en una etapa crítica, de

efervescencia tanto político e ideológica, en una zona preeminentemente indigena y

con “atrasos” en su infancia, juventud y adultez temprana, experimentaría en carne

propia todo lo que influiría en su pensamiento para hacer un cambio radical en las

leyes en turno, primero a nivel local en su tierra, luego a nivel federal, resapaldado

por eminencias politicas que estuvieron en el lugar y momento precisos, la política


nacional moderna no se entendería sin su labor titanica reformista; leyes que son

comunes ahora, las cuales no nos resultan asombrosas, las cuales sentimos

cercanas no obstante de haber pasado ya 103 años de la gran promulgacion de la

ultima carta magna no son del todo entendibles o no se les hace justicia, al pensar

en Benito Juárez solo como el gran prócer del siglo XIX, el heroe que echo abajo al

Segundo Imperio, su epopeya, la epopeya de Mexico no le rendiria del todo justicia

si le escamotearamos sus virtudes como parte medular de las leyes de Reforma y la

Constitucion de 1857; pensar en DON BENITO JUAREZ de una u otra manera

resulta injusto, no hay balanza que pese y dimensione su preeminencia en la

historia patria, fijarse en sus “reeleciones” o en el Tratado McLane-Ocampo para

juzgarlo con ojo microscopico, resulta burdo, egoista y vil; como todo ser

humano,con defectos y virtudes, fue sujeto a pasiones, pero como decia lineas

anteriores, no podemos dimensionar su importancia como lider, como hombre

resiliente, que ante la adversidad pareciera crecer y de ello nadie se diera cuenta,

ahi radica su grandeza.

Es tal la importancia del “Benemérito de las Américas” que olvidamos a otros

hombres de igual talla, humanos al fin, pareciera que esta parte de la HISTORIA

NACIONAL, fuera una de esas puestas escénicas clásicas en las que personajes se

suceden uno tras otro para enmarañar más una trama, y aunque la conocemos,

pareciera que nunca hubiese sido así, suscitando en nosotros diversas emociones,

que nos ponen al filo del asiento y al borde del límite: querer cerrar nuestros ojos

como si fuéramos parte del choque de titanes que entre ideas y peleas se disputan

la luz y la sombra. Olvidar a un Leandro Valle, Santos Degollado, Melchor Ocampo,

Jesus Gonzalez entre otros, no es casual las más de las veces, sabemos que

convergen en una sola época y en un solo hombre, que ha trascendido al tiempo y a

la universalidad de su propio mito:


[...]y expidió una proclama en la cual, exhortando a sus conciudadanos a coro-

nar el triunfo con los laureles de la moderación –única aproximación a la impar-

cialidad al alcance de la humanidad–, pronunció la última palabra sobre la inter-

vención, y perpetuó la verdad ante el porvenir, con una frase lapidaria y un lu-

gar común monumental: “Entre las naciones, como entre los individuos, el res-

peto al derecho ajeno es la paz.”4


4 Roeder, Ralph. Juarez y su México. 1972. 989


No hay curiosidades en la historia, solo hechos y sucesos, y uno prominente que

pareciera místico es el que los dos presidentes más destacados del siglo XIX fueron

oriundos de Oaxaca, incluso son los únicos de este estado después de casi dos

siglos de gobernantes republicanos.

La trascendencia de ambos es innegable a todas luces, los dos rigieron los destinos

del país durante casi 42 años del siglo XIX, quizás por eso no nos parece raro la

manera sui generis en que se ejerció el poder ejecutivo en el siglo XX, cabe

destacar que Porfirio Diaz gobernó durante 11 años de este, llevaba carrera de la

recién concluida, en ese tiempo, pasada centuria, ambos experimentarían el

cambio generacional de las sucesiones de un poder ejecutivo por ellos mismos

ejercido y que propiciaron cambios torales al darse: el juego de la democracia como

la conocemos no sería lo que es ahora, cada quien a su manera y en su época

practicaron lo que para ellos eran lides electorales legales, lo que cabe destacar en

este aspecto nuevamente es la cuestión generacional en lo tocante a los sucesores

a la primera magistratura del país en sus respectivas épocas, la que nos atañe de

acuerdo a la abordada en este trabajo con el antecedente de “reelecciones

extraordinarias” durante la intervencion francesa por parte del Presidente Juarez y

despuies de esta ‘La reelección [de Juarez] era una cuestion resuelta de antemano

por dos razones : primera, por ser una deuda de honor contraida con el hombre; y

segunda, por ser una satisfacción nacional, ya que Napoleon [III] se habia negado a

reconocerloo a negociar con él. Sin embargo la oposición se empeñó en sostener a

sus dos contrincantes formales. El primero, Sebastian Lerdo e Tejada, era impopular

–se imputaban las reformas a su influencia– y su candidatura sirvió únicamente para

dividir y debilitar la fuerza del gobierno. Un candidato con suficiente prestigio

personal para competir con el Presidente no fue fácil de encontrar, pero el campo

más favorable era el cuartel, y allá la oposición dio con un soldado presidenciable en

la persona de Porfirio Díaz. Como militar tenía una hoja de servicios envidiable [...]

Los servicios prestados a la patria merecieron reconocimiento nacional, el gobierno

no le había demostrado ninguno, y la oposición se encargó de compensar el pecado

de omisión postulándolo para la Presidencia. Su caso no era el único: la prensa

lamentaba que “no sólo no se han mandado liquidar los alcances de los guerreros,

no sólo no se les han otorgado las condecoraciones merecidas, sino que ni un voto

de gracia les ha dirigido el C. Presidente, que es el único autorizado actualmente

para hablar a nombre de una nación agradecida”; y como estos formaban legión


Díaz se convirtió en el prototipo del patriota digno, postergado en la hora del triunfo,

y el predilecto de todos aquellos que cargaron con el grueso de la guerra y que no

alcanzaron honores, ni reconocimiento, ni colocación en el presupuesto al

terminarse la contienda’5

[...] A favor de Porfirio Díaz actuaron los vaivenes de la opinión pública. La

popularidad delirante que tuvo Juárez cuando volvió a la capital se esfumó a medida

que la gente se daba cuenta de que la victoria mexicana sobre la poderosa nación

francesa, sólo había servido para poner en vigor nuevas fórmulas jurídicas, pero no

para crear empleos o hacer obras públicas o siquiera festejos que entusiasmaran a

las multitudes [...]6

Entre su Plan de la Noria de 1871, la muerte de Benito Juarez, la asuncion a la

primera magistratura de Sebastian Lerdo, el Plan y revuelta de Tuxtepec, Porfirio

Diaz se colaría en la historia mexicana del siglo XIX, y en el mas importante de los

papeles, no sería uno más en este cargo, el país que le tocaría gobernar durante

casi 35 años, 24 de ellos en el siglo XIX, al inicio de su primer mandato distaba

mucho de ser llamado aun nación:

Apenas cabe dudar de que la principal preocupación de Porfirio Díaz al subir a

la Presidencia era la de eternizarse en el puesto. Como medio para alcanzar su


objetivo, cayó en el de desarrollar económicamente al país, algo que indudable-

mente generaría una fuerte corriente de simpatías hacia su persona y crearía


elementos interesados en conservar la estabilidad. Para esto era necesario impo


ner la paz a toda costa. Una frase de [Ignacio Luis] Vallarta, “Poca política y mu-

cha administración”, sería el lema fundamental del porfirismo.7


La historia moderna de nuestro país sería sin duda incomprensible sin tener el

marco referencial de estos insignes oaxaqueños, zapoteco uno, mixteco el otro, en

los pasos que dieron durante el siglo XIX para forjar lo que hoy somos como nación.

Se les podrá juzgar de poco demócratas, pero nadie les puede escatimar su

valentía, hombría y arrojo en los instantes en que la Patria se los requirió, hombres

asi son los que hacen falta siempre, no es solo estudiarlos es emularlos en sus

virtudes y señalar sus defectos, para ser mejores, no son personajes de la

decimonovena centuria mexicana, son personajes eternos.


7

Ibidem. 849

6 Ayala, Armando. La Epopeya de México. FCE. 2001.848

5

Ibidem, 998-999


CONCLUSIÓN


En seis páginas resumir un siglo es difícil, ya que la emoción es lo que imperante al

soltarse a escribir, es dejar hechos a un lado para enfocarse a otros, es preferir

sucesos sobre otros.

Concluir que lo que somos ahora como nación es lo que se forjó a través de los

siglos e ideologías resulta ambicioso.

Pero ¿qué nos deja el siglo XIX en lo que somos ahora? ¿Qué podemos rescatar de

esa época y de esos personajes para nuestro día a día? sabemos que las épocas y

los contextos son otros, quizá la accesibilidad y prontitud de esta era nos hace ser

mas analíticos y reflexivos y menos espontáneos y por supuesto menos

vehementes.

Curiosamente el siglo XIX nos deja una reflexión profunda con respecto a la

estabilidad de México como nación, en 1880, época de la primera reelección de

Porfirio Diaz, es cuando esta se da, quizás a base de apretones y ciertos castigos,

con esto no se quiere decir que la dictadura sea el camino a seguir, tal vez la

actitud de esos hombres que rigieron los destinos del país en ese tiempo sea lo que

nos haga falta ahora para hacer de nuestro patria un lugar mejor, porque no cabe

duda que Hidalgo, Morelos, Juárez o Díaz no encuentran un parangón digno en este

tiempo, en nuestra historia contemporánea, no es quien nos dirige, sino a quienes

hemos de emular, y esos son los hombres destacados del siglo XIX mexicano.

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