Ensayo final Martín

Las Constituciones como base de la Vida


Diaria


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Tabla de contenido

Prefacio2

Introducción3

La Constitución de 1824, el nacimiento de México5

La Constitución de 18367

Escribir el título del capítulo (nivel 3)6


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Prefacio

El presente trabajo forma parte de la fase de certificación para la asignatura de Estudios

Sociales e Históricos II. Tiene el propósito de describir las condiciones de vida bajo las

constituciones mexicanas de 1824, 1836 y 1857. Es importante conocer las condiciones de

vida de la población en general por al menos dos motivos: uno, porque permite saber

cuánto se ha avanzado en materia constitucional relacionada con la enunciación y

protección de los derechos individuales y colectivos, y dos, por la importancia de preservar

la memoria histórica del siglo XIX mexicano, y de lo que costaron las conquistas políticas y

sociales.

En México muchas veces se cree que los derechos, al estar enunciados en la ley

fundamental y en las leyes secundarias, no necesitan más que ser invocados para que se

logre su respeto y aplicación efectiva.

Durante el siglo en que se inició la transformación de México, se pensaba que la

constitucionalización de la nueva nación resolvería automáticamente los problemas sociales

y traería la igualdad y la fraternidad de todos, nada más lejos de la realidad. Apenas era el

inicio de los nuevos problemas y divisiones que se tratarían que solucionar en el papel,

primero; por las armas, después.

En este documento se aborda de manera cronológica las constituciones y su impacto en

la sociedad y su historia bajo las diferentes constituciones liberales y centrales.

Es el deseo del autor que disfruten la lectura este breve opúsculo.


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Introducción

La vida social de un pueblo debe estar normada por la Constitución Política que le da

seguridad, cohesión e identidad. Sin la norma fundante no es posible vivir en sociedad,

pues ésta no estaría en la posibilidad de conocer sus derechos y obligaciones. Tampoco

podría saber bajo qué sistema de gobierno está sometido, y lo más importante: carecería de

la seguridad jurídica que le aporta el sistema jurídico propio de su nación.

El presente trabajo se trata de la vida cotidiana de los mexicanos en el siglo XIX, bajo el

manto constitucional.

La característica principal de éste breve ensayo es el análisis de las tres constituciones

del México post independiente y su efectividad en el marco de la vida cotidiana.

Para el análisis de las relaciones sociales en el marco de las diferentes constituciones, es

necesario revisar sus efectos en la vida de las personas que vivieron durante esa época en

México.

Profundizar en la comprensión de la sociedad mexicana posterior a la consumación e la

independencia es el interés académico.

El método utilizado es el del análisis constitucional en orden cronológico para responder a

las cuestiones planteadas como: ¿Qué pasa cuando dos bandos contrarios se disputan

fuertemente el poder político? ¿Qué influencia tiene la Constitución en marco de la

disputa? ¿Cuál es el beneficio para la población? ¿Cuáles son las consecuencias de la

inaplicabilidad e la norma fundante?

La finalidad del presente trabajo es dar respuesta a las cuestiones planteadas, pero con el

panorama adicional el abandono que produce la disputa del poder político entre dos bandos

opositores.

El trabajo se distribuye en tres secciones:

La primera, acerca de la constitución de 1824 y la oposición de los grupos poderosos

económicamente.


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La segunda, en el marco de la Constitución Central de 1836 no devuelve una clara idea de

las consecuencias de los gobiernos que únicamente obedecen a interese privados.

La tercera, se trata de la Constitución Federal de 1857 y la imposibilidad de su aplicación

por la extrema pobreza en el México del siglo XIX


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La Constitución de 1824, el nacimiento de México

Tan pronto como se obtuvo la independencia de México se vio la necesidad de constituir

la nueva nación para dar forma y fondo a la sociedad que habitaba la anterior Nueva

España.

A pesar de que la independencia se consumó en 1821, fue hasta 1824 que se dio el acta

constitutiva de México, no sin pasar por serias amenazas de volver al imperialismo, ya

ofrecido al extranjero, ya por el intento de un general ambicioso con aspiraciones de

convertirse en soberano. Además, existía el antagonismo de dos partidos por el control de la

nación

El país, exhausto y en la bancarrota por una guerra de más de dos décadas, estaba urgido

de volver a la actividad económica bajo la protección de la Constitución. Sin embargo, la

realidad no lo permitió. Por un lado, el costumbrismo estaba fuertemente arraigado todavía;

es decir, aún seguían las condiciones de servidumbre para el pueblo bajo, pues las familias

adineradas seguían teniendo sirvientes a discreción y a su disposición. Por otro lado, la

Constitución de 1824 organizó al país políticamente, pero no declaraba los derechos

sociales y tampoco prohibía la esclavitud, aunque en la práctica el pueblo tenía libertad.

Al parecer, al menos unos cuantos recuperaron sus tierras o fueron recuperándolas a

medida que pasaba el tiempo y el fantasma de la monarquía española “se alejaba”. Si los

pueblos indígenas y los campesinos no hubieran recuperado sus posesiones agrarias, no se

explicaría el posterior despojo durante la era porfiriana.

A pesar de los logros políticos y jurídicos, el pueblo llano seguía en el abandono,

aunque algunos recobraron sus solares, no contaban con los medios para hacerlos producir

como el país lo necesitaba. Por eso, la economía post independentista era principalmente de

auto consumo. Los campesinos tenían, a duras penas, para comer. Se encontraban en la

miseria, desnutridos y, en muchos casos, enfermos.


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Las casuchas que habitaban eran, más bien, “jacales”, en los cuales toda la familia, casi

siempre numerosa, dormía, comía y realizaba otras actividades. El padre tenía la autoridad,

ya que era el jefe de la familia. La esposa quedaba al frente de ella cada vez que el padre se

ausentaba, dando, entonces, lugar al matriarcado.

Los hijos no asistían a la escuela, porque estaban demasiado lejos y por carecían de los

medios. En materia educativa los beneficios tardaron mucho en llegar; de hecho, no

llegaron en todo aquel siglo, los beneficios de la libertad e independencia estaban aún muy

lejos. La Constitución tenía poco efecto en la vida social.

Los conservadores por su parte, deseaban volver a tener los privilegios que perdieron al

ya no estar bajo el cobijo de la corona ibérica. Buscaban la forma para volver a sus antiguos

fueros. Aunque parecían resignados a no estar otra vez en alguna corte monárquica, pues

era claro que, por el momento, también deseaban una república, luchaban para que ésta

fuera lo más parecido a una autocracia. Esa es una de las razones por las que sobrepujaron

para vivir en una república centralista. No les entusiasmaba el régimen federal de la nueva

nación. Estaba claro que no respetaban la Constitución del todo.

Además, nunca se identificaron con las causas populares, ni antes ni después de la

conflagración independentista. Aunque apoyaron momentáneamente la idea iturbidista de

conciliación con todas las clases sociales para liberarse de la metrópoli, la verdad fue que el

entusiasmo les duró muy poco. Muy pronto volvieron a sus antiguas ideas y forma de vida.

A pesar de que se sentían la parte culta y civilizada de la sociedad, trataban con enorme

desdén a las personas y las costumbres distintas; los despreciaban porque los consideraban

ignorantes. Quisieron continuar con el sistema de castas, no aceptaban la igualdad, ni legal

ni cristiana, con sus semejantes. Sus líderes conservadores no les inculcaron una humana y

piadosa aceptación de los habitantes que les eran diferentes. Por el contrario, les sembraron

la semilla del rechazo hacia todo lo que los hacía sentirse agraviados.

Emprendieron una lucha contra todo lo que de la Constitución federalista emanara.

Únicamente deseaban colmar sus ideales y ambiciones de un gobierno a su imagen y

semejanza, le dieron la espalda a cuanta causa justa no querían.


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En suma, la Constitución de 1824 tuvo poco impacto en la vida cotidiana del México

recientemente independiente, porque tanto conservadores como liberales estaban de

acuerdo en casi nada. Los primeros se empeñaron en recuperar sus fueros y privilegios,

mientras los segundos demandaban una igualdad para todos, aunque la igualdad fuera

solamente legal. Y eso era algo en lo que las élites económicas no estaban dispuestas a

ceder.

La Constitución centralista de 1836, la dictadura conservadora

Con la Constitución centralista de 1836, los conservadores tuvieron la oportunidad para

demostrar que su forma de gobierno era mejor que el federalista. En aquella carta fundante

se reconocieron los derechos de los mexicanos: En los primeros seis artículos se definía

quiénes tienen tal nacionalidad. Otros puntos a favor del documento son: la limitación a los

jueces para la detención de cualquier persona y la el respeto a la propiedad privada. Es

obvio que, dicho articulado constitucional estaba pensado para beneficiar más a las élites

del poder que a los ciudadanos de extracción social baja.

Lo afirmado en el párrafo anterior se puede demostrar porque, si en el documento

constitucional de 1824, todos los mayores de edad eran considerados ciudadanos, en la

norma fundamental conservadora y centralista únicamente se reconocieron como

ciudadanos aquello que tuvieran una renta anual de 100 pesos. Esto es, aparte del pago de

impuestos. Las consecuencias de esa postura fueron, primera, la de quitar la posibilidad de

tener la ciudadanía a los grupos de la periferia económica; segunda, desaparecieron los

derechos políticos de los pobres, alno poder votar en las elecciones ni tener la posibilidad

de ser votados.

En cuanto a las obligaciones, la tributaria pertenecía a todos los que eran mexicanos.

Los menos favorecidos no tenían derechos políticos, que son aquellos con se obtienen con

la ciudadanía, pero sí la obligación de pagar impuestos. Con esto puso la carga fiscal en las

bases sociales más desposeídas. Otra obligación para los pobres fue la de defender a la

patria cuando fuera necesario. Es decir, en caso de guerra contra algún otro Estado o país, o

en caso de algún brote insurgente, tenían los pobres la obligación de alistarse en el Ejército

y combatir, a riesgo de su vida, a los insurrectos o a los invasores o beligerantes.

Obviamente los siervos domésticos en las casas de los acaudalados no tenían derechos.


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En resumen, los derechos políticos en las llamadas Siete Leyes eran casi exclusivos de las

capas económicas superiores, mientras que las obligaciones eran de las capas inferiores.

Los campesinos y trabajadores continuaron ignorados, aún más, en la letra de éste

documento constitucional. Tampoco los conservadores se ocuparon de que los más

desposeídos salieran de ese estado, no se ocuparon en educarlos, como lo mandaban los

principios ilustrados. Tampoco les brindaron la asistencia y ayuda que el cristianismo

imponía a los fieles, algo que los conservadores se jactaban de ser sin serlo, sino

únicamente de parecerlo, pero, en cambio, sí les impusieron la religión católica, como la

única que se podía profesar dentro del territorio nacional. Lo que equivalía a los

correspondientes pagos de diezmos y otras cargas eclesiásticas.

Para resumir brevemente, explotados, ignorados, ignorantes, hambrientos y

discriminados. Así continuó el mexicano de abajo, aquel del que se avergonzaban los ricos,

pero, por el que nada hicieron.

Incluso hubo otra Constitución para la República Central de México en 1843, otra

Constitución despótica, proveniente de los residuos aristocráticos de las altas capas

sociales; sin embargo, las cosas continuaron igual para los marginados.

Los resultados en la vida diaria de los habitantes del país mexicano fueron la

desprotección del pueblo llano y el otorgamiento de privilegios en la forma de leyes

fundamentales para los poseedores de riqueza. Se trataba de una dictadura opresora

disfrazada de democracia, pues carecía de un auténtico Estado social.

El descontento era general La dictadura de Antonio López de Santa Anna, a quien le

gustaba ser llamado Alteza Serenísima, se ganó el repudio de los liberales. No quedaba otro

camino ya que el de las armas; la rebelión se extendió por todo el territorio nacional. Una

nueva guerra civil estalló. Fruto de ésta nueva convulsión social fue la siguiente

Constitución liberal y federalista.


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La Constitución de 1857, el retorno del federalismo liberal

Al triunfo de los liberales, se convocó al Congreso Constituyente para la elaboración, y

la posterior promulgación por parte del Presidente Ignacio Comonfort, de una nueva

Constitución Política.

La nueva Carta magna reorganizó el país y reconoció la soberanía como inherente al

pueblo. Además, declaró que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para su

beneficio.

En su título primero, sección primera, se declaran los derechos del hombre, bajo la

influencia de aquellos ilustrados franceses del siglo XVIII. El texto sufrió un cambio

radical, comparado al de 1824, porque declaró que los derechos del hombre son la base de

todas las instituciones sociales. Por ello, todas las leyes de México y las autoridades deben

respetar las garantías constitucionales.

La abolición de la esclavitud vino aparejada con la libertad, con la protección de las

leyes, además de que ordena un pago justo por cualquier servicio prestado. La alienación de

la libertad no es legal y cualquier convenio en contrario es nulo.

La libertad abarcó otras cosas como: la libre profesión e industria, con la salvedad de ser

actividades honestas; la libertad de expresión y de prensa. Además, mediante el derecho de

petición respetuoso se podía solicitar a los funcionarios públicos cualquier información.

Otras libertades importantes fuero la de libre asociación, con objeto lícito, la libertad de

tránsito por todo el territorio nacional, la libertad de culto, junto a la desamortización de los

bienes eclesiásticos y la inviolabilidad de la privacidad, a no ser por mandato judicial, entre

los más importantes a juicio del autor.


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Aunque en el papel la Constitución era moderna y vanguardista, en la práctica era

inaplicable, pues, ante la desastrosa situación nacional, lo más urgente era sacar al sector

productivo primario del atraso, junto con los campesinos y ganaderos. Las arcas de la

hacienda pública estaban en quiebra, no había presupuesto para pagar los sueldos de los

servidores públicos. El propio presidente Juárez, que a la sazón ganaba un sueldo de 3,000

pesos mensuales, no tenía la posibilidad de devengarlo por no haber dinero en ese fondo.

Por si lo anterior fuera poco, en diciembre de ese mismo año de 1957, una nueva

rebelión estalló debido al Plan e Tacubaya: La Guerra de Reforma. El motivo aparente

fueron los fueros militares y eclesiásticos. Para empeorar la situación, se estableció el

segundo imperio en manos de Maximiliano de Habsburgo en 1864.

Pero, la situación nacional, ya de por sí mala para las bases sociales, habría de empeorar.

En 1877 llegó al poder Porfirio Díaz. Las arcas del erario nacional seguían vacías. Durante

el porfiriato se atrajo la anhelada inversión extranjera a México, ante la negativa de los

dueños del dinero en el país, para invertir. Nuevamente, fue imposible aplicar la

constitución para proteger a los mexicanos ante las exigencias extranjeras para traer sus

inversiones al país. Con el tiempo y otra guerra civil habría de nacer otra constitución más:

la última.


Conclusión

Las dos constituciones federales mexicanas en el periodo decimonónico fueron un

modelo de inoperancia por no ser posible aplicarlas, a pesar de ser vanguardistas. Tal vez la

sociedad no estaba preparada del todo para asumir aquellos cambios tan radicales en la

forma de ver el mundo, ya que estaban demasiado acostumbrados a la servidumbre. La

intención de los líderes radicales y los congresos constituyentes eran buenas, un problema

era que la democracia exige una alta conciencia de las libertades individuales y políticas

por parte de la entera sociedad si ello es posible. Eso era impensable para los habitantes de

la nación, quienes llevaban siglos viviendo en la opresión. Incluso en la alta sociedad, no

todos estaban preparados para esos cambios de raíz; esa podría ser una las razones por las


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que se aferraban a sistema monárquico, además del rechazo a la perdida de sus fueros y

privilegios.

En cuanto a la constitución centralista y conservadora, y que sí se aplicó durante algunos

años, resultó ser bastante deficiente para dar cohesión a un pueblo que estaba urgido de

soluciones económicas y de justicia social, pues lo único que se logró con dicha norma

fundante fue la separación más profunda entre los polos opuestos de la sociedad. Se trató de

una solución para unos pocos y de un problema para muchos. Su vigencia estaba condenada

por resultar inútil.

El pueblo desposeído pago las consecuencias de las ambiciones políticas de uno y otro

bando: Los conservadores y los liberales. Las bajas clases sociales quedaron desprotegidas

y terminaron despojadas nuevamente en el periodo de Don Porfirio Díaz. Ni liberales ni

conservadores fueron capaces de dar al país unión ni identidad; sin embargo, el precio que

se pagó fue altísimo. El fracaso de las constituciones mexicanas del siglo XIX, debido a la

imposibilidad de aplicarlas fue contundente. Pocas fueron las cosas rescatables, si hubo

alguna: la experiencia constitucionalista.


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UACM

Universidad Autónoma de la Ciudad de México

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